y extensión, todas son miembros jurídicamente iguales de una comunidad; mientras que sostengan que su volun.
tad es ley, la guerra será el supremo árbitro y en la preparación para ella estará la verdadera cordura del estadista. Si no es posible tener confianza en las ligas de paz, lo es menos el confiar nuestro destino a una liga para la imposición de la paz, compuesta de potencias que a su turno han menester tutores. La única liga de que pudiera esperarse la imposición eficaz de la paz, sería la que se compusiera exclusivamente de Estados que reconociesen las obligaciones del derecho internacional y que voluntariamente se comprometiesen a protegerlo y obedecerlo.
Si se reflexiona sobre lo que el Estado absolutista puede hacer para reprimir la espontaneidad humana, destruir la conciencia de la individualidad e imponer sus propios dogmas de modo terminante, se comprenderá cuán grande maldición puede llegar a ser para el progreso. Si su tendencia a monopolizar y dirigir en provecho propio todas las energías del hombre 193 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica