su món. Cómo puede úno seleccionar entre tantos alertos barberillos? Todos son extraños. No tiene úno simpatía particular por ninguno de ellos, puesto que nada conoce de su habilidad respectiva ni de encanto personal.
Generalmente mientras me despojo del cuello y la corbata, trato de dar la impresión de que mi mente está enfrascada en una serie de graves problemas que nadie puede dilucidar. Esa es mi afectación. En seguida me arrojo rápi.
damente sobre la silla más próxima, envuelto todavía en mi atmósfera de abstracción, como si no tuviera la más remota idea de que existe más de un peluquero en la barbería. Los demás se escurren furtivamente a su sitio a lo largo de la pared, algunos para coger su periódico y leer la página de deportes; otros, para mirar distraída.
mente en torno. Luégo tratan de tomar el aspecto de quien estuviera habituado y endurecido contra tales desdenes, pero a mí se me ocurre que oponen simplemente un rostro firme al destino, procurando ahogar los sollozos de su humillación. Me imagino a cada uno de los rechazados interpretando a su 146 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.