rece de orden religioso, y yo la respeto; ella es muy consoladora y los progresos que hace son considerables; ella da una solución simple de los problemas que nos atormentan: desgraciadamente la simplicidad de esta solución me parece inconciliable con la complexidad de los hechos. Cada cosa a su tiempo, hemos dicho empre a los jóv es que se nos acercan. Pretender explicar e interpretar hoy los fenómenos mentales humanos, cuando no sabemos explicar ni siquiera los más simples fenómenos biológicos vegetales, es decidirse a perder la propia salud y naufragar en el error. Así naufragaron los alquimistas, durante siglos, trabajando a oscuras y a deshora, cuando el desarrollo de la mecánica y de la física no había alcanzado aún el grado necesario para hacer posible a su vez el desarrollo de la química. El problema de la transmutación de los metales, por ejemplo, cuya solución apenas principiamos a entrever hoy, un siglo después de Lavoisier. cuántos esfuerzos, cuántas vidas no absorbió, y cuán vanamente!
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