fructuosas. Ellas arrojan, en efecto, una viva luz sobre fenómenos inexplicados antes, tales como la propagación de las creencias religiosas y la facilidad con la cual los hombres eminentes de todos los tiempos han tomado por realidades, supersticiones juzgadas más tarde como bien infantiles.
Toda la antigiiedad ha vivido en la fe de las divinidades paganas y ha admitido como dogma su influencia en el destino de los hombres.
Comparando a esas creencias, en otro tiempo universales, las creencias de ilustres sabios relativas a fenómenos como las materializaciones espontáneas de fantasmas, la evocación de los muertos, la adivinación, etc. se llega a formular esta ley psicológica importante: Cuando por contagio mental, o por un motivo cualquiera, una creencia penetra un poco en ciertas regiones del entendimiento, ella germina en él muy pronto y acaba por invadirlo entera mente y fijarse con tal solidez. que ninguin razonamiento o experimento puede hacerla vacilar. La creencia está entonces al abrigo de los ataques de la lógica.
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