de de Carta co, en la labore. La des.
mentí: y para hacer más energica mi prote ta me valí de un pas aje de la Divina Comedia, y dije que mi actitud era la que acons ejó Virgilio a Dante en cierta ocasión de su viaje por el Infierno: mira y pag a. Mi proceder no era debido a enemistad o antipatía personal. Entre la familia de los señores Tinocos y la mía existía una amistad de más de medio siglo. Lo que me alejó de ellos fue la incompatibilidad irreductible entre nuestras líneas de conducta política. Ellos cogían por el atajo, y yo no deseaba salir del camino real. Deploré y deploro su crror, por el país y aun por ellog. Sa protesta, don Eliag. fue más severa que la mía. Se quedó usted gin conocer la entrada del Castillo Azul?
RICARDO JIMÉNEZ.
Oh piintos siispensivos!
Oh puntus suspen givos! Cuán elocuente, sois Renán nos decía: dadme dos renglones de cualquier gran autor, y yo 44 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.