mente en La Tribuna del domingo.
Para querella personal, lo publicado parece de sobra; pero la insigtencia de don Elías me fuerza a decir was palabras más en defensa de mis ante.
riores; y lo siento porque quisiera que sólo elogiog salieran de mi pluna cuando de él me tocara hablar. No he lanzado en contra suya acusaciones pueriles y calumnioyag, no he hecho cargos morales en daño de su carácter; el aspecto personal, que es por donde él ve la cuegtión, no fué congiderado por mi: me referí tan sólo a sus ideag, a sus tesis sociológicas, y al carácter contradictorio y proteico que yo les encuentro. Me cenglira porque no adu.
je pruebas. Ahora se las daré, aunque con la brevedad a que me obliga el espacio que racionalmente debo ocupar. Protesta don Elías de que yo lo califiqué de anarquista, cuando él es tan sólo individualigta. La verdad es que el anarquista es un individualista extremo. Aquel quiere vivir sin uno que sea cabeza, sin jefe; y el individualista, el del tipo de Kant, o de Jefferson, o de Spencer, proclama que el mejor gobierno es aquel que 37 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.