Habituado al aplauso más ciego e inconsciente de que haya recuerdo en Costa Rica, don Ricardo olvida que el que se encumbra está más obligado que nadie a ser comedido en sug actos y en sus dichos.
En cuanto a las contradicciones mías, que dejan perplejo a don Ricardo. no obstante su formidable poder de comprensión. diré que al juicio de nuestro estadista opongo el de los es critores de fuera del país que han tenido a bien criticarme, gin pasión personal alguna. Muchos defectos me han señalado: mi LACONIguo impertinen: te, la aridez de mi prosa, la pobreza de mi léxico, mig REPETICIONES a lo largo de los años, mi congtrucción gramatical, que dicen tiene siempre aspecto de traducción, etc. de lo que ninguno me ha acugado fuera de aquí, es de incongistencia. Ảpi me cauga extrañeza la opinión de don Ricardo. Quien está hecho a cambiar de resoluciones, con la más pomposa frescura, y a buscar luego falacias para justificar su volubilidad bien puede imaginarse que son siis večino, quienes se vuelcan o contradicen; asimismo, quien va en un 33 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica