del colegio. Esos actos que digo, podría indicarlos si se juzgara oportuno, aunque sin sentir placer en ello, pues de mis dos caras de Jano, es la de atrás aquella de que me gusta menos servirme. Al proceder como procedí, no demostré ojeriza hacia ningún hombre.
No cabe en mí contra una persona que en dos momentos distintos me ha tendido la mano: en junio de 1907, cuando me franqueó la entrada al Colegio de Farmacéuticog. Poco importa que yo no haya querido pagar por la puerta excepcional y me haya quedado fuéra, no mezclándome en nada, ni siquiera en lo concerniente a la Escuela de Farmacia, para mí tan interesante. º, cuando me ofreció, apenas electo Presidente de la República, la subsecretaría de Instrucción como glbalterno inmediato de don Nicolás Oriamuno. de seguro recuerda don Ricardo que no la acepté por desconfianza de capacidad y por la convicción que tenía de la disparidad de nuestras opiniones acerca de muchos puntos capitaleg: sufragio, libertad de enseñanza, carácter de la enseñanza, libre cambio, monopoliog 27 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica