rregir vuegtras iniquidades. Pues ega es la tortura y la fatalidad de los grandes: el no callar la verdad ni digimular su indignación frente a la injusticia. Sus palabras lastiman, aunque sus pechos rebosan de amor, y poco a poco la pequeñez humana log va dejando, los deja solos, y de lejos pa.
recen todavía más hoscos. De allí nace esa especie de terror sagrado con que nos acercamos a los verdaderamente grandes, pues para estar con ellos en simpatía fácil, sería menester toda una serie de sacrificios personales y de tremendos esfuerzos interiores. Una sola mentira en la conciencia nos desliga y aparta de su grandeza y nos impide sentir la efusión filial de los que pueden llamarlos padres. Padre y maestro es Dante; padre por la energía de su espíritu que quisiéramos revivir en todas las almas ibero americanas, y maestro de altivez y rectitud que de.
be servir de ejemplo cada vez que sea preciso luchar por la libertad, y finalmente profeta por su don excelso de adivinar en los aspectos de la re.
presentación humana el sentido y el destello de la belleza eterna.
14 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.