verdad. Hay gentes que, si estuvieran de verag instruidas, es decir, de veras bien educadag, de veras bien disciplihadag. no torcerían la verdad, no amatarian en un tribunal, pongo por cago, desechando pruebas o inventándolas, ni aun para salvar cualquier prestigio que fuera, ni aun para salvar, según ellos entienden, la Patria. Pero hombre, exclamó. yo agregue. sí, señor mío: si los enercúnenos de la ortodoxia profesional del patriotismo miliciano francés, que sig.
citaron aquella purificadora guerra ci.
vil que fué en la República Francesa el famosísimo affaire Hreyfus; si aquellog energúmenos hubieran sido hombres de ciencia, de verdadera ciencia, hombres de veras instruídos, hombres que pusieran el respeto a la verdad objetiva por encima de todo otro res.
peto, habrían creído que ni para evitar que Alemania destrozara a Francia y la borrara como nación independiente, era lícito sogtener mentiras como las que sostuvieron.
La falta de instrucción verdadera, su péyima educación y esa monstruo.
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