O impacientarse o encolerizarse. Su vida tiene dos partes: las diversiones más menos frecuentes, que la distraen de sí misma, y los intervalos entre esas diversiones, en los cuales se aburre.
Para muchas mujeres más serias, que se ocupan verdaderamente de su casa, el pecado consiste en caer en el extre.
mo opuesto, si se dejan dominar por preocupaciones insignificantes y, quie.
ren colaborar en todas las labores del hogar. No dejan tiempo para el imperioso deber que todo ser humano tiene, de conocer su sér moral para dirigirlo hacia la perfección.
Seguro estoy de que si alguna de estas últimas lee estas líneas, se encogerá de hombros. Bueno está habrá de pensarese psicólogo con su sér moral y su dirección hacia la perfección. Se conoce que no tiene que cuidar su casa, ni educar a sus hijos. Pues bien, el psicólogo insiste, y afirma que la mujer no debe ser ni extraña a los cuidados domésticos, ni embrutecerse con esos mismos cuida.
dos. Cuidados del perfeccionamiento personal y cuidados del hogar, todos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.