El parlamentarismo, al contrario, descansa sobre la confusión de los intereses; mezcla en un mismo partido, sistemáticamente, obreros y patronos, intelectuales y comerciantes, producto.
res y rentistas. Es, pues, incapaz de una acción seguida, y no puede mantenerse más que por la mentira y el equívoco.
Basta ver el espectáculo de corrupción y de bajeza que nos da la lectura diaria de los hechos políticos.
El confusionismo democrático ha hecho nacer toda una clase de políti.
cos profesionales: abogados, médicos, profesores, periodistas, intelectuales si.
tuados fuera de la producción, sin experiencia personal de los hechos económicos, sin noción exacta de las necesidades y de las aspiraciones populares. Muy ignorantes, casi siempre, de las necesidades económicas, únicamente preocupados de las intrigas de los pasillos de las Cámaras, y a la caza de carteras, votan a salga lo que saliere tarifas aduaneras, convenios de ferrocarriles, reformas sociales, todo lo de que depende la vida misma del país.
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