su gente, y tan felizmente terminada, siguiese el cadalso político, mil veces maldito y no abolido todavía por los pueblos que blasonan de más civilizados; ese cadalso a que en 1867 subió Maximiliano de Austria en México y a que han subido tantísimos otros en todas partes.
Morazán, hombre de reconocidas y celebradas dotes y digno por varios títulos de larga vida, acabó así su existencia de modo tan lamentable, después del fracaso de sus planes en Costa Rica, cuyos derechos, ciego o mal aconsejado, holló en hora aciaga. de Noviembre de 1842 El gobierno del señor don José María Alfaro manda restituir sus bienes a los costarricenses a quienes Morazán despojó de ellos, y dicta al efecto las disposiciones que la justicia reclama.
El decreto, firmado por el Jefe Supremo Provisorio señor Alfaro, y el Ministro general señor Dr. don José María Castro, a quienes no se podría tachar de conservadores o serviles, es una prueba irrefragable de los me.
513 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.