vino, alancea molinos de viento y deshace ejércitos de mansas bestezue.
las; que no a dolientes y encantadas princesas, sino a cínicos bandoleros alcanza a libertar con el filo de su espada y, en fin, señores, que, llegado el momento misterioso y dulce de la victoria más grata al corazón de un caballero andante, cuando cree estrechar entre sus brazos a una gentil infanta por sus grandes arrestos y gloriosa fama subyugada, dáse de bruces, y ¡vive Dios que al considerarlo se llena el pecho de indignación y de ira. con la desla yada y astrosa Maritornes, no al blando reclamo de su amor, sino a la voluntad de un arriero zafio y brutal, dispuesta a rendirse sin dilación y sin recato? permitidme, señores, que os haga notar cómo este episodio, de igual manera que aquellos otros en que Dulcinea cifra y compendio de toda perfección y de toda hermosura, si al hiperbólico razonar de Don Quijote nos atenemos es, no obstante, mote.
jada por Sancho, ahora con despectivas alusiones a su verdadera condi.
ción, ahora con mordaces invectivas, sobi que espa dore hue alan cam de pon lla lúcic tes refei recie ven actis Equi caba jote Fier rism ratai inter en aunc más entry 426 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.