los notas Ingenios to a la idonando ensueño omenzara as excuralidad, y ue tengo en rá.
fiesto los raza que oncausas os siglos e la peCongruente con ese espíritu, la filosofía española abandona desde el alborear de su existencia los laberínticos derroteros de la especulación metafísica, y persiguiendo, desdeñosa y olvidada de nebulosas abstracciones, la investi.
gación de los métodos precisos y de las orientaciones necesarias para la vida real, da al mundo con Séneca, el más grande filósofo de la España romana, un moralista, y más tarde, en la riente aurora del renacimiento, con Luis Vives, el más vigoroso de sus pensadores, un educador, es decir, otro moralista. Corren las ciencias por el propio cauce de aplicación a la práce tica; y cuanto a la poesía, su más antigua cristalización, el poema épico, es en España una prolongación idealizada de la historia que al fecundo seno de la realidad y no a la fábula pide, para cantarlos, sus paladines legendarios y sus caballeros heroicos.
El más grande de ellos, aunque exaltado por la fantasía popular hasta convertirlo en altísima personificación del genio nacional durante los azarosos días de la reconquista, ni en el Cantar de Mio Cid, ni en el Romancero, se or un de.
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