EL dumbra, no le des a conocer tu desa.
zón cuando te mande algo: disimula por entonces, y después le expondrás con mansedumbre lo que sientes, a fin de que con tu suavidad se tranquilice y no te aflija más. No lo denostes en presencia de otro, porque tu serás la deshonrada. Si alguno entrase en tu casa para visitar a tu marido, muéstrate agradecida y obsequialo como puedas.
Si tu marido es desacordado, sé tú discreta. Si no maneja bien los bienes dale buenos consejos; pero si absolu.
tamente es inútil para aquel encargo, tómalo por tu cuenta cuidando csmeradamente de tus posesiones, y pagando exactamente a los operarios.
Guárdate de perder algo por tu descuido. Sigue, hija mía, los consejos que doy. Tengo muchos años y bastante práctica del mundo. Soy tu madre y quiero que vivas bien. Fija estos avitu corazón, pues así vivirás alegre. Si por no querer escucharme, o por descuidar mis instrucciones, te sobrevienen desgracias, culpa tuya será y tú serás quien lo sufra. No más, hija mía. los dioses te amparen!
Heild en un las in fuego mal ex impedir científic tes cere por la estrago científi de Stab en Frai ción er SOS en supo greso Ginebr en la en que concilie 386 Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.