la de la madre, la de la esposa, la del hijo, la del hermano inteligente. No creo yo que sea muy exacta la expresión del doblemente famoso Ramón y Cajal, cuando afirma que la emotividad se exagera en la vejez. Aquí asoma más el artista que el fisiólogo. Cómo ha de aumentar en la vejez la capacidad para la emoción! Conforme se van cerrando las puertas que dan hacia afuera; cuando se ve menos, cuando se oye menos bien, etc. no se puede ser más emocionable que el hombre maduro: se es entonces, sim.
plemente, más débil o más cobarde ante las causas de emoción. Llora el viejo con la misma facilidad con que ríe, precisamente porque en él la medida está casi llena para todo. Por esto, si quiere acabar apaciblemente su ciclo y ser más tiempo verdaderamente útil a los suyos, ha de buscar la soledad, huyendo de cuanto suene a gobernación inmediata o a cámara de discusiones a base de baja pasión.
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