ese Sí, precisamente. Pues tendrá que venir mañana entre siete y nueve, esas son las horas designadas. Está bien, volveré, no conocía el horario. al retirarme, burlado en momento en mi deseo de ver al recor.
dado maestro a quien debo una bues na reprensión por mis ímpetus, pensé en su vida metódica y ordenada en extremo.
Volví al día siguiente y le encontré en su despacho: una salita dividida tres secciones. En una estaba una mesa de extensión llena de volúmenes: gruesos diccionarios, tomos de enci.
clopedias y algunos papeles; en la más amplia, observé un piano ya entrado en años y al frente un pentagrama curiosísimo, donde cada nota tiene un dibujo en colores, lo cual me hizo pensar al punto en el aprendizaje de algún niño. Finalmente, en la tercera sección que ocultaba a mi vista un tabique de madera, de poca altura, adiviné una estantería repleta de libros.
Don Elías, hombre pequeñito, es siem.
pre el mismo; vestía su clásico terno negro, de ce su sombrer y partido, e amplia, que formando u Le salude. Podría Reproducció juicio de ur sistema de escuchar at driñadores De un Dr. don Jos estracté pa Probab.
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