Con de las derrai la flo Son de un sobre de un «BI: aqui al ho corra ¿N. Adi «de la de la At lo qui Yo estimaba aquel hombre franco, lonrado, de corazón ingenuo, sin doblez, allá en su juventud bravo soldado, vaquero y labrador en su vejez. De qué murió. la dije. Estaba fuerte. Como el tronco que veis de ese abenuz. un dia entre la mies le halló la muerte «alli donde se alza aquella cruz. tu madre. Llora el dia entero.
Si queréis verla og llevaré, venid, está ella abajo próxima al otero, a la sombra tejiendo de la vid. Es tarde ya. la conteste, y aun queda «lejos la aldea a donde voy. más «temo afligirla. El cielo la conceda «el consuelo a sus penas, la dirás. Pero al menos, repugo, los colores animándola el rostro, aceptaréis edel jardin de mi padre algunas flores «plantadas por su inano. negaréis. cómo resistir su voz tan pura, aquel dulce mirar, tanto candor!
Seguila, pues, dejando mi montura atada al tronco de un almendro en flor.
Hizome un ramillete, sonrojada, con infantil sonrisa me lo dio; luego por una senda sombreada, del arroyo a la margen me llevó.
Sentámonos alli de la corriente al grato son; el céfiro fugaz murmuraba en los sauces; blandamente gemía en la hojarnsca la torcaz.
Fué en aquel sitio y bajo de aquel cielo que ega alma limpia pude leer la vaga agitación, el tierno anhelo, que despierta el amor en la mujer.
238 cuand y que Argent tejid de u Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica