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do la invitación del inepto Nicolás II, Zar de todas las Rusias, y concurría a la Haya para administrar a los pue.
blos oprimidos la morfina del pacifismo verbal. Simultáneamente, recuérdese, tramaba ese mismo gobierno, en la sombra propicia a todas las iniquidades, la brutal agresión que había de ensangrentar toda el Africa Austral durante tres años, suprimiendo, para provecho exclusivo de algunos millonarios, la independencia de dos repúblicas. Años más tarde, cuando el inmenso drama de la guerra mundial hacía surgir en las almas acongojadas un intenso anhelo de paz duradera, basada sobre la justicia, el Presidente Wilson, en su célebre mensaje del 22 de enero de 1917, afirmaba. No hay paz que pueda durar, ni que deba durar, si no reconoce y acepta el principio de que los gobiernos derivan todos sus justos poderes del consentimiento de los gobernados. Dos meses antes la república de Santo Domingo, que en legendarias luchas conquistara su libertad, era ocupada militarmente y su gobierno, expresión del consenti.
miento de los gobernados, radicalmen.
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235 Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.