el deber de matar alemanes, como si todos ellos fueran demonios. Las historias de las atrocidades se divulgaron de tal modo, que todo el ejército y, más aún, toda la nación detrás de él, se enardecieron en un odio ciego contra todo lo que fuera alemán. Lo cu: rioso es que este odio no era individual, sino un sentimiento colectivo del ejército. Decir esto así es emplear el lenguaje del misticismo, pero no encontramos otro medio para expresar el hecho tal como lo observamos. Por supuesto que el odio lo sintieron los individuos, pero no tenía relación con la personalidad individual. Pocos soldados encontramos que, como indivi.
duos, odiaran a los alemanes. Cuando se quedaban solos, estaban más que dispuestos a fraternizar con el indivi.
duo enemigo. En cualquier circunstan.
cia en que fulano, inglés, podía aproximarse a su antigua personalidad civil, el odio desaparecía y lo reemplazaba el reconocimiento de que mengano, alemán, era también un prójimo víctima del destino, y se hacía casi su ca.
marada. Como ejemplo podemos menciopar el hecho de que, cuando los prisior mania a un de gu nes e mayor temor, venga so y iban nos di cedió Los consid les er ca fue indivi mente pero inglés ciego El fe en lisis, creen va. viduo de ur de la 216 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica