cie cua mu ext un que tenía al individuo entre sus garras.
No se amaba al ejército, pero sí era posible amar a un batallón o a regimiento, identificarse con sus propó.
sitos, sentirse orgulloso de sus hazañas, y deplorar todavía con más intensidad el baldón que manchaba el nombre de una división que huía ante el enemigo.
Cuando el oficial en funciones dictaba sus sentencias en el cuarto de guardia, ya no era tanto el coronel del regi.
miento como el instrumento impersonal e involuntario por medio del cual obraba el ejército; pero, por otra parte, cuando con su presencia inspiraba a sus sol.
dados resistencia sobrehumana, entonces su coronel, la personificación del regimiento.
Cuando el proceso de fundir al in.
dividuo en la masa se ha terminado, la cuestión ya no es la de los móviles del soldado individualmente, sino los del ejército considerado como un todo.
Pero antes de tratar de éstos hay que mencionar dos móviles que bien pue.
den clasificarse como individuales: primero, la rabia instintiva que le hace a úno disparar con saña contra el individuo que trata de matarlo, la 214 lo ma vol má que la yer tan im no pre est: ten pro má ins era dri me у el de Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica