ra ser soberano, y el pueblo en cuerpo no puede ni razonar ni hacerse oír, así como no puede tampoco obrar sin derribarlu todo. El orador que se dice órgano del pueblo, miente, porque es él quien dirige por el momento la precaria voluntad del pueblo, en vez de ser dirigido por ella. El pueblo seducido adopta como suya la voluntad del ambicioso que se llama su órgano.
De ahí nacen todos los desórdenes de los Estados populares y las extravagancias de sus revoluciones, que demuestran bastantemente que la sobe.
ranía aun en un pequeño Estado. no es más que un vano fantasma, dirigido a su antojo por algunos demagogos ambiciosos.
El ejercicio de la soberanía del pueblo reunido es una quimera. Los ambiciosos comienzan por influir en sus deliberaciones y acaban siempre por ahogar su libertad.
MOROGUES (La politique basée sur la morale, hace un siglo. 1) Léase bien: aun en un pequeño Estado. Es lo opuesto do lo sostenido por nuestro Ministro de Relaciones Exteriores en su prédica por la unión política de Centro América, con burla de la Historia, que nos enseña que la libertad sólo ha florecido en las pequeñas nacionalidades.
135 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.