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se mrto os, loesos; el 10, ad públicos ejerciesen, privadamente, alguna profesión liberal. Sócrates era estatuario. En las admirables repúblicas italianas del Renacimiento, de organización sindicalista, nadie podía residir sin hallarse inscripto en cualquiera de los gremios o corporaciones que divi.
dían entonces la total actividad de los ciudadanos. así cuando el Dante hubo de trasladarse a Florencia donde imperaba aquel gran ejemplo de civi.
lidad, cuéntase que tuvo que inscribirse en la categoría de los boticarios, porque Dante en su juventud había sido aprendiz de boticario. Hoy mismo parece que supervive tan noble tradición en las cortes imperiales de Alemania. Intimos de aquellas cortes refieren que el Kaiser es un encuadernador excelente. Nuestro juicio sobre muchos soberanos sería, en el transcurso de la historia, más indulgente, si de ellos, como del Kaiser, pudiéramos decir que fueron excelentes encuadernadores.
Claro que en tales casos no se da al término oficio la latitud, la exten.
sión que nosotros le damos. Según la comprensión moderna del término, el verdadero oficio de Sócrates era enseio.
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io es te as DS es 115 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.