critor sin humanidades y el ministro de hacienda que ignora la economía política y el profesor de literatura que no sabe griego ni latín. así infinitos otros que tampoco saben su oficio aunque están en potencia de ejercerle con grave daño de los demás. Pero. qué es el oficio para estos hombres?
Para unos, los de arriba, el oficio se convierte acaso en pedestal de relum.
brón, propio para disfrutar de cierto relieve social y mundano. Para otros, los de abajo, el oficio es tributo doloroso que se paga al cotidiano menester. Exterioridad para los primeros; necesidad para los segundos. Si el relieve mundano se juzgase superfluo, si el tributo no fuese de necesidad imperiosa, sobraría también el oficio.
Es decir, sobraría lo único que es capaz, no sólo de dignificar nuestra vida sino también de justificarla; porque, en rigor, el hombre que no tiene un oficio no gana su vida: la usufructúa.
Los antiguos y aun los hombres medioevales, sintieron muy hondamente esa dignidad del oficio. En la Atenas clásica era cosa común que hasta los más esclarecidos filósofos y hombres 114 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.