ultrajaba a un rey sin ventura y a una pobre reina despojados de todo su poder.
Sin que disminuyesen un ápice las injusticias y las miserias inseparables de la vida, veríamos reaparecer el imperio de la fuerza física, irracional, bruta, y presenciaríamos el triunfo de los hombres más violentos, cual acontece a diario en las ínfimas capas del populacho. Por último, veríamos de.
rrumbarse por todas partes esta civi.
lización, fruto secular de la evolución, única cosa que nos hace tolerable la comunidad social.
Las embestidas de los nuevos hunos y vándalos serían mucho más terribles que aquellas que necesitaron diez siglos para ponerles remedio. Los visigodos de Alarico no consiguieron demoler el Panteón ni el Coliseo. Pero con el petróleo, con las bombas y con la dinamita, los nuevos bárbaros no necesitarían para ello mucho tiempo.
Una noche bastó a los socialistas de la Commune para destruir las Tulle.
rías, y ya comenzaban a arder el Louvre y Nuestra Señora, cuando las tropas de Versailles entraron en París.
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