seductores de una filosofía ávida de asegurar la dicha del género humano.
Lejos de prever desgracias, excesos, crímenes, vuelcos de tronos y de principios, sólo veíamos en el porvenir todos los bienes que podían asegurar.
se a la humanidad, con el reinado de la razón. Dejábase libre curso a todos los escritos reformadores, a todos los proyectos de novedades, a los pensamientos más liberales, a los sistemas más atrevidos. Cada cual creía caminar a la perfección, sin cuidarse de obstáculos y sin temerlos. Nunca un despertar más terrible fué precedido por un sueño más dulce y por unos ensueños más seductores. Pues bien: la nueva doctrina filosofica y política había dicho por boca de Juan Jacobo Rousseau, su principal representante. La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno; la sociedad le pervierte y le hace desdichado. El primero a quien se le ocurrió decir, cercando un terreno. esto es mío» y halló gentes bastante necias para creerlo, fué el verdadero fundador de la sociedad civi. Cuántos crímenes, guerras, ase.
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