seables. Tan fuerte era el impulso que las inspiraba, y tan alejadas de las enseñanzas del sentido común se encontraban las ignorantes multitudes que las ensalzaban, que las guerras santas continuaron cerca de dos siglos, con algunos intervalos. Exigieron un tributo terrorífico en sangre y en dinero, y sentaron horrible ejemplo de crueldad y fanatismo, sin realizar gran cosa al cabo. Jamás se había visto hasta entonces esfuerzo tan mal encaminado, entusiasmo más estéril, pandemia más prolongada. Gibbon, reca.
pitulando los efectos de las cruzadas, dice que, en su opinión, detuvieron más bien que adelantaron la madurez de Europa.
Evidentemente, en el objeto y circunstancias de las cruzadas hay mu.
cho que no tiene analogía alguna con nuestra moderna prohibición; pero en sus rasgos principales de psicosis pandémica, tales como el entusiasmo re.
ligioso, el fanatismo, la impracticabilidad y la falta de sentido común, la analogía no es tan remota. Es posible que un hombre en pleno uso de sus facultades crea que esta revolución 54 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.