y de la cultura intelectual, se estaba aún lejos de admitir un mejoramiento moral y social paralelo.
El primero que lo aseguró con una confianza segura y comunicativa fué el abate de Saint Pierre. Ni Montesquieu vi Voltaire estaban tan ciertos; Rousseau lo negaba con toda la vehemencia de su temperamento arrebatado. Abundaba en razones en el sentido de los antiguos: como para ellos, para él también la edad de oro estaba en el pasado; el primitivo, el noble salvaje inocente y bueno, representaba el tipo superior del hombre; la civilización lo había deteriorado; ella significaba la decadencia y la depravación.
Su retórica apasionada pudo seducir a sus lectores, pero su doctrina no los convenció: su opinión no fué com.
partida por nadie.
Solamente en el siglo XIX la idea del progreso salió de la faz de la de.
clamación y del razonamiento teórico y abstracto para tomar forma científi.
ca. Darwin trató de demostrar que en la naturaleza orgánica reina la ley del desarrollo constante hacia una más perfecta adaptación de los seres vi 377 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.