Los antiguos no concebían en ma.
nera alguna la civilización como una marcha hacia adelante, hacia fines no.
bles y dignos, ocultos aún en la distan.
cia, a los que nos fuéramos acercando cada vez más, ni el estado del mundo como yendo lentamente, gradualmen.
te pero incesantemente, hacia el mejoramiento. Por el contrario, estaban convencidos de que la bella época de la humanidad estaba en el pasado, que era allí donde era preciso buscar la edad de oro, la cual iba degradando a medida que se iba alejando de aquél; que el presente no valía lo que los tiempos precedentes y que no había nada que esperar del porvenir. Bury, fiel a su procedimiento, no trata de explicar ese pesimismo. No es, sin em.
bargo, muy difícil de comprender. Los griegos lo mismo que los romanos, no estaban encantados con el estado de cosas que observaban y que sentían en su carne. Padecían los mismos males que nos hacen todavía sufrir y que Shakespeare resume lapidariamente en el monólogo de Hamlet. No sentían ya los dolores de sus antecesores, y su imaginación, polarizada en la dirección 374 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.