mentado nunca el deseo de recorrerla por entero: la creían sin fin. Esta intinidad de motivos impide entre ellos todo equilibrio tijo y toda previsión desde afuera: por nuestra parte, para cesar esta lucha de motivos, no nos bace falta más que un simple deseo.
Una acción concebida como posible basta por esto sólo para darnos el poder de realizarla. No podemos, por tanto, jamás concebir una acción como imposible, porque la simple concepción de esta acción la convierte en posible: somos, pues, necesariamente libres a nuestros propios ojos. Podemos siempre querer lo que nos parece más deseable, precisamente porque así nos parece, y de este modo nunca sentire.
mos la opresión de las cadenas. La consecuencia de todo esto es que se produzca la ilusión del libre arbitrio.
Mas hé ahí una libertad inferior. Ciertos deseos, ciertas pasiones, por más que las sigamos de buena voluntad, nos permiten ver demasiado clara.
mente que nos sería difícil obrar de otro modo. Abandonándose a esas pasiones, pronto se siente que está uno ante verdaderos dueños absolutos 359 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.