mento o cualquiera otra razón, no se daría en modo alguno cuenta de su encierro. Cómo, pues, no hemos de créernos libres, nosotros que estamos en una posición infinitamente superior a la del perro o a la del pez? En efecto, nadie nos tiene atados ni prisioneros: nuestra esclavitud no consiste más que en hacer precisamente todo lo que nos parece mejor; no obedecemos sino a nuestras preferencias, lo que es, en verdad, la más agradable de las cosas.
Añádase que nadie puede prever nunca de una manera absoluta lo que preferiremos mañana; todo lo cual se explica perfectamente por la perpetua variación de nuestros motivos. Siendo cada uno un pensamiento, es un verdadero sér vivo que nace, crece, declina en breves instantes, y eso dentro de nos.
otros. Creemos entonces nuestra libertad absoluta, indeterminada, a causa de infinidad de motivos que nos determinan, y estamos así satisfechos en los límites en que nos encontramos.
Cuando Cristóbal Colón desembarco en América, creyó haber encontrado un continente: no era más que una isla; pero los indígenas no habían experi358 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.