infolio de biblioteca a que sólo la alta erudición sacude el polvo. Quién lee hoy a Homero. Quién a Dante. Quién de vosotros, de nosotros, lee la Odisea, Los siete contra Tebas, a Sófocles y Tácito, el Purgatorio y los dramas históri.
cos de Shakespeare, y hasta a Voltaire y Camoens? Ciertamente, se tiene opinión sobre el noble estilo de Tácito y la ironía de Aristófanes. pero esas sentencias se trasmiten ya hechas para uso de la elocuencia, un poco marchitas y enmohecidas. Cítase a Virgilio, pero se lee a Daudet.
Apenas a los veinte años, al entrar en la Universidad al comienzo de una Carrera de Letras, se abre aquí y allí eso que llamamos los clásicos. y se reçorie distraídamente un episodio famoso, como el de Francesca da Rimini, o una arenga del Cid. Luégo sólo se vuelve a encontrar el gran poema o el gran drama en una sala, sobre la mesa, con ilustraciones de un Doré, y una encuadernación tan dorada como la caja de una momia egipcia, sirviendo de adorno al lado de un cofre de marfil o de unas rosas frescas puestas en un vaso de China. La Divina Comedia, Don 328 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.