siva de Francia, armada y trayendo a Dios detrás como un perro de batalla; será obra colectiva de todos nosotros, latinos y sajones, los que pertenecemos a esa nación de deslumbrada claridad, sin capital ni fronteras, que se llama el Espíritu.
Fué principalmente este mesianismo de Francia, sin cesar y espléndidamente cantado a los oídos franceses, como un acto de esperanza, lo que hizo a Hugo prodigiosamente amado en Francia; fuéra de la necesidad que Francia tuvo, después de la derrota de 1870, de oponer a la supremacía política de Alemania una superioridad intelectual, encarnada, como pedía el instinto latino, en un héroe, y no en una clase.
Por lo demás ¿es Hugo completamente un francés, un galo? Antes me parece en ocasioces celta o germánico. Su genio sombrío; su visión desmesurada; su inquieto espiritualismo; el esplendor de su lenguaje, que tanto dificulta la circulación de sus ideas, porque vez de esa ligereza de medalla, que da a las ideas francesas su facilidad de transnisión, ofrece la complicación de un monumento: todo esto se en me 323 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.