te optimismo, en esta grandiosa fe de el hombre, en la radiante certeza en que triunfará de las fatalidades y de los cautiverios.
Lo que acaso desentona de vez en cuando es el excesivo papel que atri.
buye a Francia en la liberación definitiva de la humanidad.
Cierto es que yo, educado en Hugo, creo piadosamente en el mesianismo de Francia. Ninguna nación ha contri.
buido como ella para hacer del rudo bárbaro del siglo XV el hombre culto del siglo XIX; ella posee en el más alto grado esas divinas cualidades es.
pirituales de dulzura y de luz, que son los más penetrantes agentes de educa.
ción humana. Nadie como ella ha dado al mundo la grande lección de la igualdad; y la igualdad es, seguramente, la mayor evidencia de civilización. Pe.
ro, aun amando a Francia, no es posible aceptarla como Hugo la concebía y como la pintó, en versos bien conocidos, cubierta de oro y de sinople, yendo il combatir en el gran combate, seguida de un león familiar, que es Dios. La creación del Paraíso humano, si es posible, no será obra exclu322 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.