Atenas; y sin embargo, como Vd. sabe, intervenía en las contiendas de los pueblos, arrancaba los cabellos a los héroes y combatió furiosamente, armada de diamante, en Salamina y Platea.
Su inmortal serenidad consistía en que todas sus acciones de Diosa concurrían, en bella armonía, a un fin justo y bello: la independencia y la gloria de Atenas, el perfeccionamiento victorioso de su hermosa raza, la pacífica florescencia de su genio equilibrado, la concentrada najestad de su república, perfecta de formas como el frontis de un templo. Así sucede con la musa de Hugo: revestida de áurea armadura, traspasa con sus flechas a los opresores, gine largamente sobre los vencidos, perturba toda la naturaleza, revuel.
ve toda la historia; pero este aparente delirio tiende a un fin de excelsa serenidad, la concordia universal, la rescatadora igualdad, el reino imperecedero de la justicia. este Paraíso prometido por el poeta, distante como está, baña toda su obra de una inmortal claridad, que es la esencia de la serenidad. la alta belleza de la obra de Hugo consiste justamente en este fuer.
321 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio Cultura y Juventud, Costa Rica.