Esta ausencia de ironía hace incurrir al gran poeta en grandes laque.
zas, de las que no es la menor ese pavor mezclado de adoración que el universo le inspira, y que se nos antoja a nosotros tan anticientífico. En efecto, ninguno de los que hicimos honrosamente nuestro examen de «Introducción a los tres Reinos. imaginaría jamás que en las fibras de la ortiga, con tanto horror y grandeza apostrofada por Hugo en las Contemplaciones, se revuelve presa y para siempre erizada de cólera el alma ne.
gra de Judas. Nosotros infinitamente más instruidos, conocemos la honesta naturaleza de la ortiga, gracias a Dios, y estamos al cabo de que Judas fué acaso solamente un patriota exaltado y poco sufrido. Si encontramos a nuestros pies una piedra, no la interpelamos, temblorosos de emoción, en violentas estrofas, esperando que una voz en su interior responda revelando el misterio inefable: hombres prácticos, utilizamos las piedras para levantar más nuestro o apedrear mejor a nuestro semejante. Pero un espíritu poético que, en perpetuo arranque, quiere pene.
muro 319 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.