nos. La lengua castigada y sobria de Ronsard, de Racine, de Moliére, admirablemente adecuada para expresar sentimientos medios y equilibrados, perfecta por consiguiente como instrumento de crítica, hubiera sido enteramente impotente para esta esforzada epopeya. Por eso tuvo que construirse otro lenguaje que pudiese expresar todo el hombre y toda la naturaleza, en sus más contrarios extremos, desde lo bestial hasta lo divino; tan fina, delicada y transparente, que en ella se pudiese trasmitir, sin que se evapo.
rase, el aroma de una simple flor silvestre; tan fuerte y resplandeciente, que al través de ella ganasen brillo y fuerza el diamante y el oro; tan dúctil, penetrante y trascendente, que pudiese modelar lo invisible y «decir»
lq «inefable. Hugo dice lo nefable. desde la mirada vagamente pensativa del infante, hasta las cuerdas de viento que barren el mar de la Mancha.
Por esto, cuando considero esta asom.
brosa epopeya, agitando el problema más alto que se pueda levantar ante los hombres, cantada al són de la lira de mil cuerdas, en una lengua 317 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica