ejerció en mí. vale acaso la pena, querido amigo, recordar cosa tan personal y poco interesante? Yo casi aprendí a leer en sus obras, y de tal modo me penetró cada una de ellas, que, así como otros recuerdan épocas de vida o estados de espíritu, aspirando un perfume u oyendo una melodía, yo vuelvo a ver de repente, al releer antiguos versos suyos, todo mi pasado, paisajes, casas que habité, ocupaciones y sentimientos muertos. Fuí, en realidad, criado dentro de la obra del Maestro, como se puede ser criado en una flo.
resta. Recibí mi educación del rumor de sus odas, de los amplios soplos de su cólera, del confuso terror de su deísmo, de la gracia de su piedad y de las luminosas nieblas de su huma.
nitarismo. Todo esto levantaba en torno de mí como una floresta, y recibí de ella, para mi bien o mi mal, mucho de su vaguedad, de sus sombras y de sus injustificables visiones. Me apropié sus odios apasionadamente, y corrí transportado tras el vuelo lírico de sus entusiasmos. así siempre detesté a ese personaje melancólico y narigudo que, con el nombre equívoco de Napo313 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.