leza de luchador y el raro poder de su verbo lírico; fuéra de esto, sienten hacia él una respetuosa aversión.
No es lugar adecuado una carta familiar para explicar esta disidencia de mis amigos, eu que entran razones filosóficas y razones de temperamento; bas.
te decir que a uno de ellos, uno de los más nobles y altos espíritus críticos de nuestro tiempo, oi, con indecible horror, llamar al Maestro «tonto genial. y «foco de infección espiritualista. y otro, a quien corresponde la gloria de haber resucitado al viejo Portugal histórico, que dormía en el fondo de vetustas crónicas, cubierto de rapé frailuno, nos pintó a Hugo recientemente, en el prólogo de un libro de versos, como un enorme Sileno, borracho de énfasis, bebiendo de un colosal cántaro de retórica.
Cuanto a la generación nueva, primavera sagrada que da su flor en «esos escritos que aparecen todas las mañanas. como dice púdicamente el Arzobispo de París, esa alude siempre a Hugo misteriosamente, llamándole «el titán. el coloso. el águi.
la. el volcán. No se puede saber por 311 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica