lámpara de arco, y otra simultáneamente con el extático médium y al lado de éste.
El hecho de que médiums responsables por casi todas las opiniones de este credo fueran sorprendidos en los más groseros embustes no alteró la fe sublime de Sir William.
El lector puede juzgar si los principios físicos, objeto de los estudios de Sir William durante su vida, concuerdan con la confesión de su fe en espíritus; o si revelan el funcionamien to de la clase de mente que podemos considerar científica al examinar estos testimonios. Al.
gunos de sus amigos explican que Sir William era muy miope, lo cual le impedía llevar a cabo una observación exacta. Pero el defecto verdadero es mental; el prejuicio de la fe ciega, a los hombres ante la lógica de interpretación aun más que ante los hechos. Y, como tal estado mental puede presentarse en personas de preparación científica, nos inclinamos a aceptar la hipótesis de la existencia de limitadas esferas de convicción, en las que no penetra la lógica y que están reservadas para el libre juego de las emociones. En la visión mental, aparecen lunares limitados de ceguera, parecidos a las ideas fijas (ilusiones) de mentes anormales, cuerdas mientras no se mencionan sus extravagancias. Un grupo de creencias que la emoción estimula o que constituyen un alivio entre las embarazosas restricciones de la lógica, se aísla en el sistema mental y se mantiene tenazmente contra toda razón. Parece haber cierto anhelo 299 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica