in a es as in eia S, ig S1sus inversiones intelectuales despliegan juiciosa prudencia y aun habilidad proficiente en situaciones y argumentos que requieren altas facultades racionales.
Gracias a tales sostenedores, la creencia en el espiritismo asume el prestigio de la persona lidad de quienes la aceptan. Es manifiestamente cierto que la creencia en «espíritus» goza del favor público debido a la aceptación que encuentra entre aquella clase de personas. Nos corresponde, pues, la desagradable tarea de analizar las aptitudes de los sostenedores más influ.
yentes de estas ideas entre nuestras relaciones y demás individuos estimables y caracterizados.
Examinando las diversas clases de pruebas podemos hacer menos aborrecible y más provechosa la tarea. Conviene observar que en el moderno espiritismo, que data del renacimiento de 1848 en los Estados Unidos, o en cualquiera de las reapariciones más recientes de esa doctrina, los tipos de prueba ofrecen poco que no se encuentre en creencias análogas de tiempos anteriores. Los rasgos nuevos consisten en la tentativa de aplicar a la prueba normas cien.
tíficas y severas de laboratorio, así como algunas innovaciones algo técuicas. Hay fenómenos físicos que aparentemente burlan las leyes reconocidas sobre composición de la materia; y hay fenómenns psicológicos (a menudo llamados psíquicos) cuyo rasgo característico es la posesión de un conocimiento o de facultades que no reconoce la psicología científica.
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