diendo erróneamente, por cierto, que mis alumnos sientan como yo siento la Vida retirada do Fray Luis de León, y no lo he conseguido. La encuentran perfecta, armo.
niosa, en un todo ajustada a los preceptos, pero fría y muda. es natural que asi sea. Cómo un muchacho que hierve de ambiciones, que se nutre a diario con una nueva esperanza de conquista, que sueña en aventuras, que no tiene otro pensamiento que el de torminar su carrera para entregarse en cuerpo y alma a la lucha emocionante de la vida; cómo ese muchacho, digo, podrá sevtir una obra en que se canta la placidez de una existencia sin alternativas, sin ambiciones, sin pasiones, sin deseos de lucha, sin nada de lo que es atributo de la juventud?
Con frecuencia el profesor señala las excelencias de la obra de su predilección, y, al hacerlo, se refiere al sentido oculto que ha encontrado en ella, a las emociones de tal o cual carácter que le ha suscitado, a las ideas que le ha sugerido; y el alumno al leer la obra así encarecida, busca y no encuentra vi el sentido, ni las emociones, ni las ideas que han sublevado el entusiasmo del maestro. Tal sucede con Don Quijote.
El profesor de literatura es un cervantófilo sincero o simulado, pero es siempre un cervantófilo, pocas veces, desgraciadamente, a la manera de don Juan Montalvo. Para el en Don Quijote ha realizado el ingenio humano la obra más grande y más perfecta; para él Cervantes ha sido no ya sólo el más genial escritor sino también el más 242 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica