que me interesaba conocieran, si el medio no fuera repugnante a la ética profesional. 1)
Necesario es, entonces, imponer la lectura que, además de la señalada para la clase respectiva, conviene que los alumnos realicen en el hogar según el criterio del profesor, y no simplemente aconsejarles que traben conocimiento con tal o cual autor cuando ces sobre el tiempo que les dejen libre otras locupaciones. Muy pocos alumnos, sólo aquellos que tienen inclinación por las letras, seguirán el consejo; todos, en cambio, acatarán la orden. muy pronto los alumnos dejarán de considerar la lectura como la imposición de un trabajo, para no ver en ella nada más que la fuente del más puro goce.
Si el joven estudiante ha vencido por completo las dificultades de la lectura mecánica, si pronuncia las palabras clara y correctamente, si da entonación adecuada a la lectura y sigue el precepto de Faget, según el cual para aprender a leer lo pri(1) En distintas oportunidades he podido comprobar que muchos jóvenes prefieren las lecturas sobre las cuales el profe.
Bor hace algunos reparos. cierto muchacho medio cimarrón, alumno de cuarto año, ini permeable a toda emoción estética, y a quien nunca había podido hacer leer una obra completa, lo ordené que la lectura de un capítulo de Don Quijote.
Dijele que su arbitrio la elección del capítulo de la obra dejaba ata inmortal pero como habría de leerlo en clase, delante sus condiscípulos, nifins la mayor parte, le recomende se cuidacasto auditorio, pues Don Quijote tiene algunas páginas en que a bundan los términos gruesos. Pues bien: mi distinguido alumno se leyó todo el Quijote, eu busca, precisamente, de esos bien Bazonados términos. Se entretuvo con el libro de Cervantes en lo que suelen hacer los niños cuando se encuentran solos frento a un dicciouario: buscar las malas palabras.
236 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica