una araña que se sube al corazón y teje en él la tela de una tristeza infinita. No la leáis, pues, continué; no la leáis hasta que con los años adquiera completa sazón vuestra personalidad y, por lo tanto, Werther no pueda ya influir en la dirección impresa a vuestra vida.
Horas más tarde llegué a la librería que era entonces la única casa de la localidad proveedora de libros de texto, y el librero, que como tal se preocupaba de las obras que los alumnos de la Escuela Normal tenían obligación de consultar, me sorprendió con la siguiente pregunta. Ha señalado usted a sus alumnos de cuarto año la novela Werther como libro de texto. No, por cierto, respondile. Le preguntaba porque todos ellos dijo el librero han venido a comprarla, y como no la tengo me han pedido que la encargue a Buenos Aires. Torpe de mi! Al prohibir indirectamente la lectura de un libro lo habia encarecido a los ojos de mis alumnos recomendándolo como un tesoro de ocultos encantos. Por qué Mahoma prohibe a sus discipulos que beban vino? preguntaron un día a Mahomed Pachá, según refiere Victor Hugo en su estudio sobre Shakespeare. Para que experimenten mayor placer en beberlo, respondió el célebre valido. Podia, pues, haber resuelto uno de los desiderata del profesor, prohibiendo a mis alumnos la lectura de las obras 235 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica