les a aquellas que provocaron su admiración juvenil. Del número de aquellos aficionados sin aptitudes especiales para las bellas letras, unos siguen dedicándole sus actividades y dan en el literatoide; los otros, los que amplían su cultura artística y por lo mismo se hacen más exigentes con la propia producción, pronto caen en la cuenta que Dios no los ha llamado para ese destino, cambian de rumbos en busca de empleo más apropiado a sus energias, convencidos, como dice Emerson, que si a ellas responde su tarea, lo mismo da que hagan cestos, espadas, canales, estatuas o versos.
La oposición del hogar, a que me he referido anteriormente, la falta de gusto artistico que impide al alumno encontrar un puro goce en las obras literarias, y el trabajo improbo a que generalmente está sometido el estudiante en una escuela normal, ya porque el cuerpo de profesores se ciñe demasiado a métodos que hacen gravitar sobre el educando el peso total de la enseñanza, bien porque los profesores dan demasiada latitud al desarrollo de sus programas respectivos; motivos son más que suficientes para obstaculizar el fomento de la lectura, base, lo repito, de toda educación literaria. Contra esos inconvenientes se estrella la acción del maestro.
No sin una gran satisfacción he podido comprobar que tengo alguna influencia en 233 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.