viemos su amor por las cosas bellas hacia las cosas útiles.
Hay urgencia en tratar al pueblo argentino con una educación reactiva que precipite sus energias físicas, punca como hoy tan necesarias. Es hasta patriótico hacerlo, porque esas energias bien dirigidas han de contribuir a que se complete la obra de los proceres de 1816, independizándonos del capital, del brazo y del técnico extranjeros.
Por lo demás, la lectura excesiva de obras poéticas tiene sus peligros. Ella puede formar dos tipos igualmente odiosos: la mujer romántica y el literatoide. La mujer romántica no ha desaparecido con el romanticismo: todavia se ven ejemplares, lo mismo entre niñas de quince años que entre severas matronas de cincuenta. No es común, pero tampoco es raro el ejemplar que nos pinta Mesonero Romanos en una de sus escenas matritenses. Hija, esposa, madre, es un elemento inútil en el hogar. Incapaz de percibir la línea que separa el mundo ficticio del real, vive en un perpetuo devaneo, soñando en la posibilidad de cuajar en heroina de romance, lo que no pocas veces consigue cayendo en Margarita Gautier o en Madame Bovary, nunca elevándose a Julieta.
El literatoide, tipo abundante en nuestra sociedad, tiene la habilidad de que hablara Gauthier, de enhebrar dos rimas al extremo de un pensamiento, 0, hablando con más esactitud, de dos líneas desiguales; pero sin más cultura literaria que la que puede adquirirse en la lectura de antologias, sin verda227 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.