el sentimiento de otros pueblos, no es patriotismo, sino envidia malsana, fomentada por irreflexivos políti.
cos; éstos no tiemblan ante la responsabilidad de las guerras que encienden, acostumbrados a comentarlas desde sus casas, mientras los pueblos se exterminan en las trincheras. Todos mienten lo mismo. Pretenden que el propio país es el mejor del mundo y engañan a los jóvenes con esperanzas ilusorias; domestican la opinión pública y enseñan a odiar al que piensa con su propia cabeza; fomentan la superstición de vanas palabras y luégo las explotan para disfrazar realidades venales.
Malditos sean los cobardes que conspiran contra la paz de sus pueblos, encendiendo regueros de intrigas internacionales; malditos cien veces los que fabrican cañones, robando el metal que necesitan los arados; mil veces malditos los que hacen correr en el mundo tina gota de sangre, que no es la de sus propias venas.
No hay manera más baja de amar a la propia patria que odiando a las patrias de los otros hombres, como si todas no merecieran engendrar en 185 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.