e s r 1, Ln 0 a a ovación que subrayó esas palabras creímos sentir un homenaje a los revolucionarios que, cien años antes, habían vibrado por análogos sentimientos, emancipando al pueblo de la opresión política que lo envilecia. Todo pueblo debe tener sillares firmes: convergencia de esfuerzos y unidad de ideales. Es vana quimera toda esperanza que no pueda traducirse en acción; estéril es toda energía mientras no la ilumine un ensueño que embellezca la vida.
El trabajo es la fuente de toda grandeza colectiva, pero no basta: la opulencia es siempre eventual. La cul.
tura es el complemento necesario de toda culminación legitima; pero agoniza cuando se extingue la virtud del trabajo.
Un pueblo no puede vivir sin soñar, ni puede soñar sin vivir.
Pensar y trabajar es todo uno y lo mismo. Las razas seniles no trabajan ni piensan. En las ciudades muertas, que son osamentas fósiles de culturas extinguidas, nadie trabaja y nadie piensa.
Repudiemos los sofismas de los mer: caderes: no es verdad que donde conviene la energía sobra el ideal. El o s 1, e r i a 181 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.