a ama el su a o le son 3n a y escuela misma; se al terruño ingenuamente, por instinto, con espontaneidad. Es amor vivido y viviente, compenetración del hombre con medio. No tiene símbolos, ni los necesita. Los sentimientos lugareños profundos porque no son artificiales.
Sacar a un hombre de su barrio, de su aldea, de su valle, de su montaña, es desterrarlo de la patria de su corazón. Todo el resto del mundo es igual para el hombre; fuera de su terruño, puede exclamar con sinceridad que donde está su bien está su patria.
No se le ama porque se ha nacido en él, sino porque allí se ha formado la personalidad juvenil, la que deja más hondos rastros en todo el curso de la vida. Ese tierno afecto no está ligado al involuntario accidente del nacimiento, desde que a nadie se le pregunta antes dónue desearía nacer; depende de la experiencia continua que acumula sensaciones e ideas, cariños y creencias. El tesoro de nuestros recuerdos iniciales está formado por impresiones del terruño; cada vez que el ánimo afectado busca refugio en la as u IS OS а 171 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.